Desde la baja Normandía nos llega un queso que evoluciona increíblemente de una textura
untuosa y sabor a mantequilla salada, a una casi crujiente corteza y sabor amoniacal.
Como ya sabemos las normas básicas del guardado de los quesos, el papel especial y original con el que viene envuelto el Pont L'Eveque, debemos conservarlo hasta finalizar el mismo, pues así le alargaremos su vida útil.
Su consumo óptimo es de mayo a septiembre, cuando las vacas se alimentan de los más nutritivos pastos verdes de Francia, pero aun así es increíble lo rápido que evoluciona, pasando de una crema espesa, salada y de potente sabor de leche de vaca con notas de cuadra, a un amoniacal producto solo apto para valientes. La corteza lavada de este semi blando se torna áspera, dura y olorosa, y aun así sigue estando entre mis quesos preferidos.
En su versión más suave combina muy bien con un tinto crianza, y evolucionado nos sorprenderá con un vino dulce y frío.
EN 1925 EL QUESO ROQUEFORT GUSTÓ TANTO QUE SE OBLIGÓ A SUS CREADORES A CUMPLIR SIEMPRE LOS MISMOS REQUISITOS DE ELABORACIÓN, CREANDO ASÍ LA PRIMERA A.O.C.
(Appellation d'Origine Contrôlée)
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