También conocido como la Torre Eiffel, este queso piramidal de leche de cabra posee un sabor intenso debido a que desde que es leche hasta que es queso solo pasan apenas 15 días, teniendo así un sabor mantecoso y lácteo.
La textura de este fresco madurado será más sólida y quebradiza en su interior, y cremosa y untuosa en la superficie. Del mismo modo que el Pont l'Eveque, el aire y el tiempo oxidarán su textura volviéndose ligeramente amarillo y picante. Por supuesto su corteza es completamente comestible.
Un vino blanco con barrica y un atadillo de espárragos y bacon serán fabulosos.
CON BUEN QUESO Y BUEN VINO, SE ANDA MEJOR EL CAMINO
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